lunes, 21 de septiembre de 2009

Multiplicar sin saber la tabla

LINO APRENDE A MULTIPLICAR

Lino iba en tercer grado de primaria. No era el mejor alumno; pero tampoco era un mal alumno, aprendía todos los días algo nuevo. Cierto día el maestro encargó una tarea imposible, aprender de memoria para el día siguiente las tablas de multiplicar. "Apréndanselo muy bien, y del 1 al 10 –exclamó el maestro- Una tarea bastante difícil pensó Lino. Sin embargo, en la tarde Lino, como siempre, se fue a jugar a las canicas en compañía de sus compañeros de clase. Parecía feliz, ganándoles en cada tiro las escasas canicas de sus compañeros. Ya con el bolsillo de los pantalones llenos, -de pronto se acordó-. ¡Ándale! se me había olvidado que para mañana tengo que aprenderme las tablas de multiplicar; mejor dicho memorizar. Así que se despidió de sus amigos y se fue corriendo a su casa.

En el trayecto pensaba "en qué momento se le ocurrió el maestro esta tarea, precisamente ahora que me iba muy bien en el juego. Y vaya que la tarea no es nada fácil, ya llevo casi un año queriéndome aprender las tablas de multiplicar y no lo he logrado nada, bueno o casi nada, seguramente el maestro espera que suceda un milagro, algo difícil, en fin, tengo que intentarlo.

Lino comienza a reflexionar sobre lo aprendido. Primero creo que no tengo que repasar lo que ya me lo he aprendido, por ejemplo las tablas del 1, del 2 y del 10,. Para aprenderme éstas no fue nada difícil, quién no puede aprenderse estas tablas de multiplicar?. Entonces sólo me falta del 3, del 4, del 5, ... bueno, creo que casi todas.

Llegando a su casa, sacó su libreta que contiene en una de las pastas las tablas, sin perder el tiempo comienza a recitar, las tablas de multiplicar del 3. 3 por 1, 3; 3 por 2, 6; 3 por 3, 9; ,... ya lo había repetido más de cuatro veces, volteaba su libreta, sólo lograba acordarse del 3 por 1; 3 por 2 y 3 por 10; por más que volteaba por todos lados, incluso hacia arriba, mirando hacia el cielo; pero de allá nada le caía, se rascaba la cabeza y murmuraba: imposible aprenderlo...

¡Aaah!, ya sé, volveré a empezar; pero ahora con más calma, pensaré primero en lo que ya sé: sé sumar, sé restar y sé las tablas del 1, del 2, y del 10, por supuesto lo más fácil.

Intentaré de nuevo, ahora sin ver la tabla. Quiero saber cuánto es 3 por 5. Si apenas sé hasta el 3 por 3 y yo ya quiero saber cuánto es 3 por 5; vaya idea. Bueno, qué tengo que hacer. Intentaré esto, como no sé cuánto es, voy a ver si me sirve la tabla del 10, que ya me la sé. Si 3 por 10 es igual a 30 y la mitad corresponde a 15, y esto entonces es igual a 3 por 5. Claro, entonces 3 por 5 es igual a 15. ¡Bravo, bravo! -gritaba muy emocionado-. Creo que no tengo por qué alegrarme mucho, eso también fue fácil, sólo le saqué la mitad.

Ahora probemos uno más difícil, como el 3 por 7. ¡Ándale!, esto sí es difícil, no tengo que olvidarme que yo ya sé sumar, restar y las tablas del 1, del 2 y del 10, esto siempre lo debo de tener muy presente. A ver, comencemos de nuevo, 3 por 10 es igual a 30 la mitad es 15, es decir, el 3 por 5; pero ahora cómo sacar el resultado del 3 por 7. Recuerdo que el maestro varias veces dijo que la multiplicación no es otra cosa mas que una suma, pero para no sumar muchas veces un mismo número era mejor usar una multiplicación. Bueno, yo ya tengo el 3 por 5, esto quiere decir que me falta sumar dos veces 3, para obtener el 3 por 7. Entonces yo ya tengo el 3 por 5, quer es igual a 15, ahora sólo tengo que sumar 6 (dos veces 3): 15 más 6. No, es más fácil 15 más 5, igual a 20; más 1, es igual a 21., o también 10 más 6, son 16; más 4 son 20; más 1; 21. Vaya qué complicado es para llegar a este resultado

Ahora probemos con la tabla del 9, el más difícil. ¿Cuánto es 9 por 3?. No soy tan bueno en la suma porque creo ahora que saldría muy rápido sumando 9 más 9, más 9, y así obtengo el resultado. ¿Entonces cómo hacerlo? Tengo otra idea, sumaré 10 más 10, más 10, esto me da un total de 30, pero como no llega a 10, sino 9, o sea que debí haber sumado 9 más 9, más 9, esto quiere decir que a cada 10 le quito 1, por lo tanto de los 30 le quito 3 y obtengo 27. 30 menos 3 es igual a 27. –observa su libreta de las tablas y grita, ¡eeh!- Sí es el resultado; pero aquí me compliqué aún más porque sumé y también resté. Lo más importante es que llegué al resultado. Pero qué hubiera pasado si hubiera usado la tabla del 10?. A ver, veamos, si 9 por 10 es igual a 90 y la mitad de 90 es 45; es decir que 9 por 5 es 45; esto es más difícil porque le tengo que quitar 18, es decir dos veces 9 para que me quede 9 por 3. ¿Cómo le hago?. Vaya que sí es difícil hacer la resta de 45 menos 18. Pero creo que esto puede resultar, 45 menos 20. No, todavía es difícil; mejor a 45 le quito 10 es igual a 35 y 35 menos 10 es igual a 25, pero aquí mi resultado está mal porque yo le quité 20 en vez de 18; por eso a mi resultado le tengo que sumar 2 más y me queda 27. ¡Urra!. Resultó nuevamente.

Todo este ejercicio me da una idea, mañana tendré que ser más hábil para las sumas y las restas. Creo que la multiplicación se puede hacer sumando y restando o sacando mitades, que es lo mismo que restar o dividir, hacerlo más pequeñito.

Al día siguiente caminaba rumbo a su escuela muy seguro de sí mismo, es más, se sentía diferente, se sentía importante. Entró a la escuela, posteriormente entró el maestro con aire desafiante, con ganas de demostrar que sus alumnos no pudieron memorizar las tablas de multiplicar. Empezó con Rafael, que se le olvidó la tabla del 3 y menos pudo con el 6; pasó lo mismo con Cata; mientras Lino sacaba las respuestas mentalmente; pero callaba; es más, daba un aire de preocupación, el maestro como un buen psicólogo, no tardó en percibirlo. Él quería seguir demostrando que nadie había logrado aprenderse las tablas, en eso sorprende a Lino. -haber Lino-, ¿cuánto es 3 por 3?, no tardó en responder, 9 maestro. Muy bien. Ahora 6 por 6. -Mentalmente decía 6 por 10 es igual a 60 y 6 por 5 es igual a 30, más 6, para que sea 6 por 6, 30 más 6 es igual a 36-. 36 maestro, -responde con mayor seguridad-. Muy bien Lino, -aplausos muchachos-. Todos aplaudían. Lino se sentía ahora un poco nervioso, sabía que el maestro le preguntaría otra más difícil, no se equivocó. ¿Cuánto es 9 por 9?, esto no practiqué, -pensó Lino-. Rápidamente recurría a su estrategia, 9 por 10 es igual a 90, 90 menos 9, eso no lo sé, pero si le quito 10, entonces me queda 80, a esto le agrego 1, porque sólo debí restar 9, el resultado es 81, Lino responde sin tardarse mucho, 81 maestro. Asombrado el maestro, el maestro que sabía mucho de las tablas de memoria, no podía creer que en tan corto tiempo su alumno lo hubiese logrado, y no lo podía creer porque sabía que Lino no lo sabía. Entonces procede el interrogatorio.

¿Cómo le hiciste Lino? Lino explica su procedimiento, su estrategia. El maestro se quedó fascinado; desde entonces usa la estrategia de Lino para enseñar la multiplicación, entendió que no hay reglas únicas para aprender las tablas de multiplicación; así mismo para la adquisición de otros conocimientos. Lino siguió aplicando su estrategia y encontró otros más, o tal vez sólo lo fue perfeccionando, también encontró cómo multiplicar mentalmente con decenas y centenas.

Zimapán Hgo.,1 de marzo del 2002.

Marcelino Hernández Beatriz

mhernandez_95@hotmail.com

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