domingo, 19 de abril de 2009

EL ESPAÑOL EN EL AULA CON NIÑOS INDÍGENAS


EL ESPAÑOL EN EL AULA INDÍGENA

Quiero comenzar con la palabra contacto lingüístico, esto quiere decir, que entre dos o más lenguas se encuentran en un determinado área, éstas pueden ser de distintas lenguas o de distintas variantes de una misma lengua. Este contacto no siempre se da de manera pacífica, armónica, con una actitud de respeto y de equidad, ya que la mayoría de las veces se someten a las lenguas minoritarias y se busca una variante que funja como lengua nacional. Así fue lo que pasó con el español que hoy conocemos. La raíz del español proviene del latín, como varias otras: portugués, francés, inglés, alemán, entre otras. España fue invadida por celtas, fenicios, cartagineses, griegos, musulmanes, moros y otros y se mezclaron las lenguas.
“Hace 1001 años Castilla era un “pequeño rincón”. El castellano era un pequeño dialecto arrinconado en la mal romanizada Cantabria. La mayor parte de la península sin exclusión, la porción que seguía en poder de los árabes, hablaba fundamentalmente la misma lengua (Alatorre: 100)
La variante del castellano se tomó como lengua nacional, esta es la razón del por qué antes se le conocía como lengua castellana, posteriormente se le llamó español cuando se toma como lengua oficial de España. Cuando nosotros, los mexicanos, nos conquistaron también nos trajeron el español de España. En los inicios de la dominación, algunos españoles o frailes principalmente, aprendieron la lengua náhuatl y esta, que se llamaba mexicano, les quisieron enseñar a las otras culturas indígenas del país. Quisieron que esta lengua fuese la de México, por ello la lengua náhuatl como la conocemos hoy, antes se le conocía con el nombre de mexicano, por cuestiones políticas se quitó el nombre por no ser la lengua nacional de México, aunque lo fue en algún momento, pero la nahuatlización no duró mucho y se comenzaron a crear escuelas donde se enseñaba el español y, poco a poco, esta lengua se fue adoptando como lengua nacional. Poco a poco, no significa que hubo consultas para preguntarnos, nosotros los mexicanos, si queríamos o no la lengua, más bien nos la impusieron, porque nosotros fuimos invadidos y, como toda invasión, conlleva también el dominio cultural y lingüístico.
La lengua española empezó a tener contacto con las lenguas indígenas del país, e influyó tanto que, tiempo después, la Real Academia Española incluyó en su diccionario palabras de origen indígena, mayoritariamente del náhuatl. Muchas de las palabras en náhuatl que terminaban en –tl, y en el español no se tiene este sonido, se modificó de manera siguiente: le quitaron la “l” del /tl/ (tle) final y en su lugar le pusieron la “e”. Veamos algunos ejemplos:

Auakatl - Aguacate
Coyotl - Coyote
Elotl - Elote
Olotl - Olote
Ayatl - Ayate
Tomatl - Tomate
Metlatl - Metate (en este caso también se quitó la /l/ del /tl/ intermedio)

Hay muchas más, estos son sólo algunos ejemplos, porque hay otras más palabras que adoptó el español que también hubo cambios de tipo fonológico (sonido). Lo que es importante rescatar en este apartado es que la lengua náhuatl influyó en el español, la modificó. De este contacto se enriqueció la lengua castellana, con las palabras nuevas que se incorporó al vocabulario. Dicha influencia fue tal que hoy podemos decir que tenemos un español de América, un español de México porque, a esta lengua lo adquirimos poniéndole la particularidad de México, en la parte fonética: sonido, ritmo, timbre. Nosotros no hablamos como los españoles.
Después de la conquista, España quiso estandarizar la lengua para que todos habláramos y escribiéramos igual, para ello se escribe la primera gramática castellana (española) en 1492 por Antonio de Nebrija; sin embargo, seguro que no es ya la misma lengua que hoy hablamos, como seguro que la lengua que hoy hablamos no será la misma dentro de unos años o siglos después. ¿Sabes por qué? Porque una lengua viva siempre está en constante cambio y la lengua la hacen los hablantes. Por lo tanto, la lengua la dominamos en dos niveles. Una, es la que usamos de manera oral, que muchas veces no se ajusta a las reglas gramaticales de manera estricta, ni tampoco nos ajustamos al significado de cada concepto según los diccionarios de la lengua española. Dos, es la manera escrita, que es aquí donde nos ajustamos a las reglas generales de la gramática de la lengua, aunque muchas veces se escribe sin conocer estas reglas y sólo se escribe con la intención de que nuestros lectores nos entiendan, en realidad, la escritura debe hacerse usando de manera estricta según las reglas gramaticales. A esto se puede llamar “lenguaje culto”.
Ahora ¿Qué pasa con las lenguas indígenas?
Las lenguas indígenas del país también estuvieron en contacto desde antes de la llegada de los españoles y es así como se fueron formando las variantes dialectales de las mismas, se crearon familias lingüísticas o parientes, como la familia yutu-azteca, mayense, tarasca, oto-mangue, entre otras. Se dice que actualmente contamos con 364 variantes de las 68 agrupaciones lingüísticas.
Después de un rato, desde el descubrimiento de América en 1492, a nuestros días, sólo han transcurrido 516 años, que el español se ha intentado hacer la lengua oficial de México, digo intentado porque todavía contamos con, según INEGI 2005, 720,009 que sólo hablan en alguna lengua indígena. Sin embargo, el español ya ha llegado en todos los rincones del país a través de la radio, televisión, la escuela, la migración, esto se debe gracias a la introducción de las carreteras y energía eléctrica.
Los adelantos tecnológicos han hecho que de repente la lengua indígena se quede un poco rezagada y no se sabe qué hacer en el aula con estas palabras que no tienen equivalencia en lengua indígena; nadie ha dicho nada sobre qué hacer o, si se ha dicho, no se ha divulgado, al menos, no ha llegado con claridad con los maestros de educación indígena que se les exige que brinden una educación bilingüe. Algunos, entienden que una educación bilingüe será posible si se traducen en lengua indígena los libros de texto, primeramente, y después los de literatura de autores más conocidos. Otros, como los indígenas letrados, etnoligüistas u estudiosos de la lengua, impulsan una estandarización de la escritura y que entre los hablantes de la lengua no se ponen de acuerdo; mientras tanto, los docentes de educación indígena casi nadie escribe en lengua indígena. También estos proponen que a los “nuevos” conceptos (palabras) se les ponga un nombre en lengua indígena, ya se han hecho algunos, como el caso del carro, en náhuatl se le dio el nombre de teposkauayo (caballo de fierro); sin embargo, los hablantes nativos simplemente le nombran como carro.
El maestro, en el grupo no sabe qué hacer, y piensa: “si a los niños les enseño en lengua indígena a leer y a escribir se van a retrasar en español ¿Quién le dijo que así es o así no es? El maestro lo que persigue es que sus alumnos lean y escriban en español, aunque a veces, exista una nula comprensión. Hay un dilema sin resolverse; al final, el docente resuelve por dar clases como a él le enseñaron, recurriendo a la repetición de letras, sílabas, palabras, llenando planas y las matemáticas, de manera mecánica.
Cuando opta por dar clases de manera bilingüe se encuentra, en primer lugar, que muchos de los objetos o útiles escolares no tienen traducción literal o equivalencia en lengua indígena, por ejemplo, por mencionar algunos: pizarrón, gis, borrador, lápiz, lapicero, colores, libreta, tijera, marcador, libro, compás, regla, mochila, silla, mesa, cartulina, papel crepé, cartoncillo, globos, mapas, escuadra, metro, calculadora, etc.
Por otra parte, cuando se lee un libro en español, el docente tampoco sabe cómo decirles o traducirles a los alumnos aquellas palabras que no tienen traducción. Para el caso de matemáticas, cómo se traduciría las palabras: multiplicación, división, resta, fracciones, porcentaje, mas los otros conceptos propios en el desarrollo del tema. En gramática española, cómo se traduce sustantivo, adjetivo, pronombre, complementos directo e indirecto, artículos, verbos en los distintos tiempos, modos y personas; posteriormente, el análisis de la sintaxis, considerando, además, que el contenido de los textos están fuera de su entorno. Ante tal situación, parece justificable que opte finalmente usar el español como lengua de instrucción, aunado a esto, le agregamos que existen muy pocos libros en lengua indígena, un poco menos de libros gramaticales y todavía menos de vocabularios y diccionarios.
¿Qué hacer en el aula con el español y la lengua indígena?
Primero. Entender que los alumnos tendrán mayor posibilidad de comprensión y aprendizaje si yo, como maestro, explico los contenidos, temas, en la lengua que más dominan los alumnos, es decir, que la multiplicación le explicaré por qué se llama multiplicación aunque use la palabra en español y, luego le explico en lengua indígena paso a paso para resolver la operación, con ejemplos del cómo miden, pesan y cuentan en la comunidad.
Para la asignatura del español, cuando yo maestro leo algún texto, es preferible detenerme en las palabras poco comunes y les explicaré y ejemplificando en lengua indígena, desde su contexto.
Segundo. Usar los préstamos del español sin miedo. Los préstamos del español son aquellas que usamos que no se sabe cómo se dice en lengua indígena. Para explicar estas palabras podemos mencionar desde qué hace, de qué material está hecho, cómo es, etc., de esta manera entenderá mejor el alumno y, cuando la vuelva escuchar, pueda recordar de qué se trata.
Tercero. Quitarse ese miedo de que la lengua debe ser “pura”, no hay lenguas puras. La recomendación es que no deje de usarse la lengua indígena y tratar a la lengua española como segunda lengua. La lengua que se está aprendiendo.
Cuarto. Cuando se escriba en lengua indígena usar sin miedo esas palabras en español que no tienen traducción en lengua indígena, muchas de estas palabras ya son integradas, ya sea a nivel comunitario o a nivel escolar, quiere decir, que cualquier persona que escuche la palabra la entenderá. La escritura y lectura de la lengua indígena, es transversal a todas las asignaturas; quiere decir, que no deberá ajustarse sólo en un tiempo determinado.
Quinto. Atreverse a ponerle nombres a las cosas nuevas, éste puede ser desde el material en que está hecho y cuál es la función. Por ejemplo, en náhuatl: cómo se diría libreta, se me ocurre que se le puede decir amatlaijtsontli (hojas cosidas); compás, teposyaualchijketl (el que hace el círculo y que es de fierro),… posteriormente estas nuevas palabras poco a poco los alumnos se lo irán apropiando. Así se hacen las palabras: escribiéndolas y usándolas.
Sexto. Si no hay un acuerdo para las grafías (letras) a usarse, atreverse a escribir usando los que se considere que es más práctico y útil de las mismas del español. El alfabeto debe ser sencillo para que los alumnos se apropien con mayor facilidad y escriban los sonidos como suenan y ya después los estudiosos se encargarán de complicarnos, se encargarán de darnos las grafías y la parte gramatical. Pero nunca las grafías son primero, y luego las voces.
Séptimo. Lo que no se debe perder de vista jamás es que a los niños los acerquemos a que conozcan su medio, su cultura, sus conocimientos, etc. Abrir puertas y ventanas del aula, echemos un vistazo lo que hay allá afuera.
Octavo. Abrir la puerta y ventana también quiere decir que no sólo es recuperar lo de allá afuera y traerlo al aula para convertirlos en contenidos, sino también lo aprendido en el aula salga y beneficie a la comunidad.
Noveno. Qué recuperar en el medio. Lo que tenemos que hacer es penetrar en ese mundo poco explorado, donde parece ser que no hay nada, ahí donde se nos hace que todo está igual y nada cambia, nada es así. Por ejemplo, si vamos al campo y vemos desde la preparación del terreno hasta la cosecha de algún cultivo, podemos rescatar de que en cada proceso se aplican los concomimientos: matemáticos: para ver área, perímetros, número de peones, cantidad de semilla requerida, tiempo de siembra hasta cosecha, cantidad de cosecha, etc. Conocimiento natural y social: qué planta es a partir de si da o no flores y fruto, por su tamaño, por el tipo de clima, tipo de suelo, periodo de siembra, periodo de cosecha, su consumo, qué estados o países son los principales productores, etc. En la parte técnica podemos investigar las principales enfermedades o plagas que atacan, éste último, es de lo que podemos compartir con la comunidad para que pueda cuidar mejor sus cultivos o granjas. De este mismo tema podemos sacar leyendas, mitos, cuentos, si se realizan rituales, etc. Podemos ver con esto que un tema comunitario, yo maestro, puedo rescatar y enseñar a mis niños a hacer, sumas, restas, multiplicación, división, fracciones, volumen, etc. también puedo hacer que conozcan de las ciencias naturales sobre las plantas, cuidado del medio ambiente, alimentación, contaminación, etc. Puedo tocar historia y geografía. La escritura se ejerce todo el tiempo. Los conocimientos no están fraccionados. Los habitantes del campo saben muchas cosas que lo aprenden todo en conjunto. Van de lo matemático a lo social, de lo social a lo natural, de lo natural a lo cultural,…
Décimo. Cuando el alumno vea y reconozca que su cultura es parte importante, incluyendo su lengua, tal vez después, cuando sea profesionista o simplemente mayor de edad, comprenderá que él es parte de esa cultura, miembro del grupo étnico y, aunque viva en la ciudad, no perderá su identidad. Usará el español y adoptará la cultura mestiza que lo pondrá en práctica cuando lo considere conveniente; pero jamás, se sentirá extraño en su lugar de origen y hablará su lengua y se comportará como parte del grupo cuando esté en él.
Décimo primero. Tenemos que pensar que la lengua castellana será una lengua nacional y que a través de esta nos comunicaremos con la mayoría, incluyendo a los otros grupos étnicos ajenos al de uno mismo.

“EL PAPEL COMO DOCENTE ES FORTALECER LA IDENTIDAD ÉTNICA (QUIÉNES FUIMOS, QUIENES SOMOS Y QUÉ QUEREMOS SER) PARA NO PERDERNOS Y PRETENDER SER LO QUE UNO NO ES”

¡SER INDÍGENA ES TENER UNA VENTAJA MÁS!

MARCELINO HERNÁNDEZ BEATRIZ




NOTA. Puede consultar los siguientes libros:
Alatorre, Antonio. Los 1001 años de la lengua española. México, F.C.E, 1991. Pág. 342
Lastra, Yolanda. Sociolingüística para hispanoamericanos. Una introducción. México, COLMEX, 1988